El miedo a la ampliación de horario
Érase una vez una farmacia en el centro de Madrid. Tan céntrica como que está a poco más de 5 minutos andando de la Puerta del Sol.
La farmacia abría en horario partido de lunes a viernes y los sábados por la mañana.
Nada más comenzar a trabajar con la nueva titular, le dije que el horario debería cambiar a 12 horas, ya pero ya.
Pero… ¿Cómo?
Será necesario contratar a alguien más para reforzar el equipo, deberemos modificar el horario al equipo existente (llevan más de 20 años con el mismo horario)… ¿Y si no conseguimos que la ampliación del horario genere más trafico a la farmacia, lo que se traducirá en más ventas?
Pero esto no era lo único a modificar en la farmacia. Por ello, en el primer mes y tras conocer la peculiaridad de esta farmacia, de su equipo, de su titular, de la población del área de influencia, de todo en general… Trazamos un camino, definimos una estrategia y aunque, para no asustarla, no le mostré a la titular en que momento le iba a proponer cada cambio, incorporación de laboratorios, negociación… Si definí un calendario, mejor dicho, unos hitos que íbamos a ir trabajando, consiguiendo y ver qué era lo siguiente.
Llegado septiembre, comenzamos a realizar entrevistas para reforzar el equipo. Y tras unas cuantas, me llegó el CV de José a través de un grupo de amigos y nos gustó. En octubre ya estaba contratado, adaptándose a la farmacia, a sus nuevos compañeros y cubriendo las vacaciones de 2 compañeras. Esto hizo que la titular no tuviese que duplicar turnos y poder dedicar mayor tiempo a la gestión, aun con el horario partido.
Se acabaron los nervios, la incertidumbre… ¡Lo habíamos conseguido! Abríamos 12 horas y lo habíamos hecho bien.